Ficha El Último Patriota

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Críticas de El Último Patriota (1)


Mad Warrior

  • 15 Feb 2024

5



Por tercera, y gracias a Dios, última vez, Steven Seagal decide acudir en nuestra ayuda, en ayuda de toda la Humanidad, porque de verdad le necesitamos.
Ya luchó contra los despiadados amos de las compañías de petróleo, contra los vertidos tóxicos, ahora una amenaza vírica va a asolar el Mundo...

Aunque dentro de su cabeza aún creyera ser más grande que el Universo (cosa que estaba empezando a lograr físicamente), con “El Último Patriota“ asistimos al entierro prematuro del actor, y eso cuando sólo llevaba una década en el negocio. Pero así fue: en Warner Bros. estaban hartos de su megalomanía y sus fracasos, y el productor Julius Nasso le soportaba porque todavía tenía cierto tirón comercial para los fans, pero desde que le dio por protagonizar aparatosas aventuras llenas de sus manías místico-ecológicas pocos fieles quedaron.
Esta es la primera de muchas producciones que se destinó al mercado “straight-to-video“, encargada al legendario director de fotografía Dean Semler (quien poco antes debutó en la realización con el disparatado entretenimiento “Tormenta de Fuego“) cuando ya casi todo estaba en su sitio, desde el reparto a las localizaciones, y el director anterior había sido despedido. Podemos afirmar que quien está tras la cámara sabe lo que hace en cuanto a puesta en escena, composición de montaje e impronta visual, capturando la belleza de los prados de Montana así como la de la cabellera de Seagal ondeando mientras cabalga cual cowboy experimentado.

Aunque para cowboy L.Q. Jones, que encarna a ese obligatorio personaje afable siempre al lado del héroe por una razón que no llegamos a entender bien. El film seguirá acumulando así algunos de los clichés más reconocibles del cine del actor de los últimos años, por ejemplo volveremos a verle en comunión con la naturaleza (a pesar de que, en la vida real, la salud de los animales le interesaba poco), muy apegado a la tradición de la tierra y a la defensa del prójimo (a pesar de que, en la vida real, la salud del prójimo le interesaba poco). Pero también conocemos a ese Seagal que quiere probarse como actor más allá de la acción violenta.
Aquí es McClaren, un retirado experto en agentes bioquímicos (y, qué sorpresa, de nuevo para la C.I.A., como si diciendo eso en sus películas le fuesen a reclutar realmente) que ejerce de doctor en uno de esos pueblos que no figuran en el mapa. Pero él, y sin que sirva de precedente, parece más creíble que en otras ocasiones (aunque los diálogos con su hija Holly (la entonces pequeña pero ya guapísima Camilla Belle) son la prueba de que los guionistas merecen más de una revisión psiquiátrica)...guión que por cierto da crédito a la novela “The Last Canadian“, ópera prima del prestigioso reportero y periodista William Heine, publicada en 1.974.

Pues eso tuvo que ser al principio, en el primer borrador, porque nada escrito en el texto, salvo una pandemia desatada, se relaciona con “El Último Patriota“ (¿qué tendrá esto que ver con la rocambolesca y muy delirante aventura del ingeniero Arnprior, que escapa cual James Bond a través de países y de conspiraciones américo-ruso-británicas, incluso de varios ataques nucleares dirigidos a él, mientras piensa en vengarse de los responsables de la muerte de su familia?). Seagal llega y el guión, estuviese como estuviese escrito, se adapta a sus necesidades mesiánicas.
El resultado final es más deudor de “Estallido“, unos años antes estrenada, solo que cambiando al simpático chimpancé por un gorila (Chisolm) que lidera una milicia extremista de paletos a los que les encanta recitar frases históricas sin entender su significado. Sabemos que este villano inútil y el héroe se cruzarán, si bien Seagal, siguiendo su línea dramática y atípica, no hará tanta exhibición de las técnicas de lucha que todos conocemos; a lo que se dedica el guión es a desarrollar el carácter de su personaje y la relación con su hija y su entorno mientras Semler se vuelca en el entretenimiento y el espectáculo.

Porque esto es espectáculo, por muchos mensajes obvios que haya distribuidos en la película. Y el más obvio es que el Gobierno de los EE.UU., siempre tan alerta de las amenazas exteriores que asolan su país, nunca es capaz de defenderse contra las interiores, además de proponer una posible milagrosa cura a la epidemia (ojalá se extendiera a nivel nacional, como en el libro de Heine...) basándose en los remedios naturales que da la tierra, algo que se intuye desde que conocemos las raíces indias de la familia McClaren.
Vale la pena contemplar ese precioso y psicodélico momento en que un helicóptero militar esparce por el pueblo (¿de verdad pasa esto?...) los pétalos de las flores que desde siglos llevan cultivando esos pobres nativos, desplazados por el progreso, los verdaderos americanos, y no esos borregos de Chisolm. Semler hizo lo que pudo con este material y con las tonterías de Seagal, que ya es suficiente; su esfuerzo es pequeño y previsible, sin la envergadura del film de Petersen, pero muy entretenido de todos modos y que nos permite ver un intento de este último por probarse en registros más serios.

Concluye así la “seagaliana“ Trilogía Mesiánica, aunque nunca pudiendo superar “En Tierra Peligrosa“.



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